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Familia de Coolidge traumatizada tras violento encuentro con fugitivos de la prisión de Florence

Rosalina Lopez Alvarez
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COOLIDGE, AZ — “Me tomaron de los brazos y comencé a luchar con ellos. Dije 'Detente, por favor no me hagas daño'”, dijo Rosalina López-Álvarez.

López-Álvarez dice que el aterrador encuentro con los dos fugitivos de la prisión de Florence se sintió como una pesadilla. No podía creer que estuviera peleando con los mismos presos que había visto en las noticias.

“Sentí que mi vida corría tanto peligro, tanto peligro”, expresó López-Álvarez.

Ella dice que uno de ellos se arrastró por la puerta del perro y logró abrir la puerta mientras ella estaba en su habitación. Su perro la alertó y en cuestión de segundos, se encontró sola con dos convictos dentro de su casa.

López-Álvarez dice que los hombres exigieron dinero, un carro y comenzaron a golpearla.

"Estaba temblando como si no tuvieras idea".

Ella dice que vio su vida destellar ante sus ojos. Su primera reflexión, para intentar engañarlos y escapar.

“Le dije que se detuviera y les daré un carro. Me dejaron ir y fingí que iba a buscar las llaves del carro”, dijo López-Álvarez.

Ella dice que inmediatamente trató de correr hacia su esposo que estaba trabajando a unos metros de distancia.

"Corrí hacia esa dirección, ahí es donde uno de ellos me jalo del cabello y comenzó a arrastrarme hacia atrás".

López-Álvarez dice que sabía allí mismo que tenía que defenderse nuevamente.

"Agarré sus partes íntimas y le grité que me dejara ir, pero me arrojó al otro recluso".

Ella dice que la arrastraron de regreso a la casa mientras gritaba desesperadamente por su esposo.

“Escuché un grito alrededor de las 9 a.m., nunca había escuchado a mi esposa gritar asi antes”, dijo Luis Álvarez.

Álvarez dice que condujo de regreso a la casa, trató de abrir la puerta, pero estaba cerrada. Mientras miraba por la ventana, dijo que vio a los dos convictos sosteniendo a su esposa.

"Sentí mucho miedo y coraje".

También trató de engañarlos y mostrarles las llaves del carro a través de la ventana para que salieran.

“Fue entonces cuando abrió la puerta, luego lo agarré y lo tiré”, dijo Álvarez.

Álvarez dice que primero tuvo problemas con el preso David Harmon al golpearlo con una pipa.

"Le pegué en el estómago, se puso de rodillas, luego le pegué en la cabeza".

Mientras peleaban, dice Álvarez, el recluso John Charpio estaba intentando encender el carro de la familia, pero no pudo hacerlo.

“Fue entonces cuando vino hacia mí con una pala tratando de golpearme en la cabeza. Se balanceaba con tanta fuerza como si quisiera matarme”, describió Álvarez.

Álvarez tiene 60 años y hasta él se sorprendió de que los dos hombres no pudieran hacerle daño. Dice que se alegra de que no hayan podido conseguir las llaves del carro.

“No tenían otra opción, pero huir al campo, nunca los dejé ir libres, los detuve”.

Dice que los persiguió y los mantuvo presionados hasta que vio a la policía rodeando el área. Sin embargo, su historia se pasó por alto durante un par de días después de que los presos fueron capturados.

“Nadie nos mencionó cuando se supo la noticia cuando fuimos las víctimas”, expresó Álvarez.

Ese día hubo varias llamadas al 911. Un hombre que iba manejando cercas reporto haber visto a los presos desde la distancia. Otra llamada en español de Álvarez, una mujer que se identifica como amiga de la familia e hija de la pareja.

Entonces, ¿quién recibe la recompensa? El hecho es que averiguar quién recibe el dinero y cuánto puede complicarse.

“La valentía de esta familia y que no entreguen las llaves del carro es lo que impidió que los presos huyeran”, afirmó José Guzmán, director de una organización sin fines de lucro para víctimas de delitos, llamada Padres y Parientes de Víctimas de Crimen.

Guzmán representa a la familia y dice que se merecen el dinero y que luchará por cualquier tipo de protección para ellos.

"La recompensa debe ir para ellos. Ya comenzamos el proceso de terapia, también para una visa U y estamos en contacto con el alguacil".

Para esta familia de trabajadores agrícolas, el dinero, dicen, sería apreciado.

Pero su mayor preocupación en este momento es asegurarse de que puedan salir adelante de su mayor pesadilla.

“Los veo en la televisión y siento que me persiguen. No puedo quedarme sola en casa. Lo tengo aquí en mi cabeza día y noche. Nadie merece pasar por lo que yo pasé”, expresó López-Álvarez.